La sanitaria acababa de incorporarse al centro y fue abordada cuando se dirigía sola a una visita domiciliaria por una calle que no conocía
Una nueva agresión a una profesional sanitaria ha encendido las alarmas sobre la falta de seguridad en el barrio de La Coma, en Paterna. En esta ocasión, el ataque no tuvo lugar dentro del centro de salud, sino en la vía pública, mientras una enfermera recién incorporada intentaba encontrar una dirección para atender a un paciente en su domicilio.
Acoso, agresión y persecución
La agresión ocurrió el pasado 6 de octubre. La sanitaria, con solo tres días de experiencia en el centro, se encontraba de camino a una visita domiciliaria cuando pidió indicaciones a un vecino. Aunque ella rechazó su ofrecimiento para acompañarla, el hombre insistió y la siguió. Al llegar a un patio, la empujó, la tiró al suelo y sacó una navaja.
La trabajadora consiguió zafarse como pudo, a base de gritos, golpes y patadas, hasta que varios vecinos intervinieron y le permitieron escapar. Durante su huida se encontró con agentes de policía, a quienes relató lo ocurrido. El agresor fue identificado como un individuo conocido en el barrio por sus antecedentes delictivos.
La víctima presentó una denuncia y permanece de baja laboral, al considerar el ataque como accidente laboral. El personal del centro ha denunciado públicamente esta situación para visibilizar los riesgos que enfrentan en su labor diaria fuera del centro médico.
Inseguridad crónica en el barrio
Tras lo sucedido, se planteó que las visitas a zonas conflictivas fueran acompañadas por patrullas policiales. Sin embargo, los profesionales aseguran que muchos de ellos son nuevos en el centro y desconocen qué calles representan un mayor riesgo, por lo que esta medida no ofrece garantías reales.
En el centro de salud sigue sin haber pediatras desde hace dos años, a raíz de un grave incidente que provocó la marcha de los profesionales. Aunque desde Sanidad se anunció la cobertura de esa plaza este mes, aún no se ha materializado, lo que agrava el malestar del equipo sanitario.
Los profesionales denuncian que no quieren estigmatizar al barrio, pero reconocen que la convivencia con individuos violentos afecta tanto a ellos como a los vecinos pacíficos. Este clima de tensión contribuye a que muchos trabajadores renuncien a sus plazas, generando inestabilidad constante en la plantilla del centro.
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