
La autopsia y las pruebas de ADN serán decisivas para aclarar si el cuerpo hallado en la pinada pertenece a la joven desaparecida
Oliva vive horas de incertidumbre y conmoción tras el hallazgo en la tarde de este miércoles de un cadáver calcinado en una zona boscosa del barrio del Pinet, en la conocida montaña de La Creu. La Guardia Civil mantiene abiertas todas las hipótesis, aunque la investigación se centra en confirmar si el cuerpo corresponde a Beatriz Guijarro, la joven del municipio cuya pista se perdió hace ya 53 días. La noticia, adelantada en exclusiva por los compañeros de LAS PROVINCIAS en su edición digital, ha conmocionado tanto a la localidad como a toda la comarca de la Safor.
Un cadáver encontrado por unos senderistas
Fueron unos senderistas los que, alrededor de las seis de la tarde, se toparon con el cuerpo calcinado en una zona de difícil acceso. El lugar, cubierto por una pinada y situado en las inmediaciones de la Cruz de Oliva, es un espacio frecuentado por vecinos que pasean o practican deporte. “Nos extraña que nadie lo hubiera visto antes”, señalaba uno de los residentes de la cercana calle Alta, donde la expectación era máxima tras conocerse la noticia.
Al paraje solo se puede acceder a pie, ya que la única entrada posible en vehículo atraviesa una residencia de ancianos cercada. Los agentes de la Policía Judicial de Gandía, desplazados a la zona, tuvieron que cargar con mochilas y material de análisis forense para trabajar sobre el terreno.
El estado del cadáver, completamente carbonizado, impide a simple vista determinar el sexo o la identidad de la víctima. Será la autopsia la que aporte las claves definitivas en las próximas horas.
El recuerdo de un incendio previo
El hallazgo ha reavivado entre los vecinos la memoria de un suceso ocurrido apenas unas semanas antes en ese mismo lugar. El pasado 4 de septiembre, un incendio forestal movilizó a efectivos del Consorcio de Bomberos y de la Generalitat en la pinada de La Creu. Entonces, tras sofocar las llamas, se llevó a cabo un rastreo con medios aéreos y perros adiestrados que no dio con ningún cuerpo.
“Estuvieron toda la noche y parte del día siguiente, y no encontraron nada”, recuerda un vecino de la calle Alta. Esa circunstancia hace aún más inquietante el hecho de que ahora aparezca en ese mismo escenario un cadáver calcinado.
La combinación de esos dos hechos —el incendio previo y el hallazgo del cuerpo— ha multiplicado la inquietud entre los residentes de Oliva, que ven inevitable relacionar ambos sucesos en el contexto de la desaparición de Bea.

Una desaparición que mantiene en vilo a Oliva
Beatriz Guijarro, de 29 años, desapareció en la madrugada del 9 de agosto en circunstancias que la Guardia Civil calificó desde el primer momento como “inquietantes” y posiblemente “forzosas”. Desde entonces, la familia vive en una angustiosa espera sin noticias claras sobre su paradero.
Durante estas semanas se han organizado numerosas batidas de voluntarios y efectivos de seguridad por el municipio y sus alrededores, incluidas búsquedas en la misma montaña de La Creu. Vecinos consultados por LAS PROVINCIAS admitían su consternación: “La hemos buscado por aquí, por todos lados, y nunca vimos nada”.
La posibilidad de que el cadáver hallado corresponda a Bea es ahora la principal hipótesis que se maneja, aunque de momento la Guardia Civil no ha confirmado nada oficialmente.
Investigación policial en marcha
Tras el aviso inicial, primero intervinieron agentes de la Policía Local y posteriormente se personó la Guardia Civil, que asumió la investigación. Al lugar también acudió el equipo de Policía Científica para levantar vestigios y pruebas del entorno.
Ya pasada la medianoche, la comisión judicial del Juzgado de Instrucción número tres de Gandía autorizó el levantamiento del cuerpo, que fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Valencia. Allí se le practicará la autopsia a lo largo de este jueves, con la intención de determinar la causa exacta de la muerte y el sexo de la víctima.
El análisis forense se centrará en el estudio de la pelvis y el cráneo, claves para establecer el género de la persona fallecida. Asimismo, se realizarán pruebas de ADN y odontológicas que permitirán confirmar, o descartar, si se trata de la joven desaparecida en Oliva.

Claves pendientes de la autopsia
El cuerpo se encuentra en un estado tan deteriorado que resulta imposible establecer visualmente si pertenece a un hombre o una mujer. Esa es la razón por la que la autopsia se considera determinante. La prueba también esclarecerá si la muerte se produjo antes del incendio del pasado 4 de septiembre o si está relacionada con aquel siniestro.
Los investigadores esperan que los resultados de ADN y dentales cierren las dudas que desde hace casi dos meses atenazan a la familia de Beatriz. De confirmarse la peor de las hipótesis, el hallazgo pondría fin a 53 días de búsqueda incesante en un caso que ha conmocionado no solo a Oliva, sino a toda la provincia de Valencia.
Hasta que no se disponga de esos resultados, la Guardia Civil mantiene abiertas todas las posibilidades y continúa recabando testimonios y pruebas que permitan arrojar luz sobre lo sucedido.
Un pueblo en estado de shock
La noticia del hallazgo corrió rápidamente por Oliva y provocó que decenas de vecinos se concentraran en las inmediaciones del barrio del Pinet. El clima era de consternación, incredulidad y temor a que se confirmara la relación con la desaparición de Bea.
Las conversaciones entre residentes coincidían en la misma idea: la esperanza de que el cuerpo no fuera el de la joven desaparecida. Pero al mismo tiempo, muchos admitían que todos los indicios apuntaban a esa posibilidad.
La calle Alta, la más cercana a la pinada, se convirtió en el epicentro de la expectación vecinal, con grupos de personas intercambiando impresiones y recordando cómo la Guardia Civil había trabajado intensamente en la zona durante semanas sin obtener resultados visibles.
Expectación y espera en la comarca
El caso de Bea ha traspasado los límites de Oliva y se ha seguido con atención en toda la Safor y la provincia de Valencia. La desaparición movilizó desde el principio a voluntarios, asociaciones vecinales y cuerpos de seguridad, que desplegaron drones, perros y rastreos aéreos en un intento de encontrar algún indicio.
La posibilidad de que el hallazgo de este miércoles ponga punto final a la búsqueda es motivo de angustia para la familia de la joven. Los padres y hermanos de Bea han reclamado durante semanas que no se dejara de buscar, convencidos de que algo grave le había sucedido.
Ahora, la autopsia y las pruebas genéticas serán las que hablen y definan si la peor sospecha se convierte en realidad.
La respuesta institucional y policial
Desde el inicio de la desaparición, la Guardia Civil ha centrado los esfuerzos en esclarecer qué sucedió aquella madrugada del 9 de agosto. Los interrogatorios al entorno más cercano de la joven no han revelado pistas concluyentes, y las supuestas apariciones en otras localidades de la provincia de Alicante no pasaron de ser falsas alarmas.
La delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana ha seguido de cerca el caso y ha subrayado la prioridad de resolver tanto la desaparición como el posible vínculo con el hallazgo del cadáver.
Mientras tanto, la población de Oliva permanece a la espera de noticias definitivas, con un sentimiento general de consternación que se mezcla con la necesidad urgente de respuestas claras.
Conclusión provisional
El hallazgo de un cuerpo calcinado en la montaña de La Creu de Oliva ha abierto una nueva y dolorosa fase en la investigación de la desaparición de Beatriz Guijarro. Aunque todavía no hay confirmación oficial, todos los indicios apuntan a que podría tratarse de ella. La Guardia Civil aguarda ahora los resultados de la autopsia y las pruebas genéticas que determinarán la identidad de la víctima.
Mientras tanto, Oliva vive entre la expectación y el miedo, consciente de que las próximas horas serán decisivas para esclarecer si el cadáver hallado en la pinada corresponde a la joven desaparecida desde hace casi dos meses.
El municipio entero se mantiene en vilo, con la esperanza de obtener respuestas, aunque sean las más dolorosas, para poner fin a una angustiosa espera que ya dura más de 50 días.
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