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Tutores formados: la clave del éxito de unas prácticas de calidad

Un tutor con un grupo de estudiantes

La formación del tutor, clave para unas prácticas de calidad

  • Los alumnos califican con un 9 sobre 10 a los tutores formados, destacando su disponibilidad, claridad, ayuda para integrase en el equipo y constante feedback.
  • El 70 % de los tutores mejora en sus competencias clave como liderazgo, comunicación o empatía; el 55 % afirma que tutorizar les obliga a mantenerse actualizados.
  • Las empresas que acogen estudiantes en prácticas reducen hasta un 30 % los costes de reclutamiento y mejoran en un 25 % su retención de talento.

Detrás de unas buenas prácticas académicas, suele haber un buen tutor… y detrás de un buen tutor, una buena preparación para ejercer como mentor. La incorporación del talento joven al mundo laboral comienza, en la mayoría de los casos, con una etapa formativa decisiva: su paso por una empresa. En ese entorno, la figura del tutor no solo acompaña: también orienta, modela actitudes, transmite valores y facilita el aterrizaje profesional del estudiante. Sin embargo, ¿quién prepara a quienes tienen la responsabilidad de formar?

Desde la Fundación Universidad-Empresa (FUE) lo tienen claro. Con más de 50 años de trayectoria conectando talento, universidad y empresa, y 14 años de experiencia específica en el acompañamiento a tutores, la entidad defiende que el impacto de las prácticas no depende solo del estudiante, sino del entorno que las hace posibles y de quienes guían el proceso desde dentro de la organización.

Los datos respaldan esa visión. Según el Libro Blanco de las Prácticas (Red de Fundaciones Universidad-Empresa, 2024), los estudiantes que realizan prácticas presentan una tasa de empleabilidad del 91,3 %, frente al 87,3 % de quienes no las cursan. Además, aumentan en cuatro puntos su probabilidad de encontrar empleo antes de seis meses desde la finalización de los estudios y experimentan mejoras notables en competencias como el liderazgo, el análisis o la resolución de problemas.

El beneficio es también evidente para las organizaciones. El Instituto Nacional de Estadística, a través del Directorio Central de Empresas (DIRCE), subraya que las entidades que acogen a estudiantes en prácticas pueden reducir hasta un 30 % sus costes de reclutamiento y formación, gracias a que estos jóvenes ya están familiarizados con la cultura interna y los procesos. Además, estas compañías registran un 25 % más de retención de empleados a medio plazo.

Desde 2011, la FUE ha acompañado a más de 15.700 tutores en su labor formativa y ha gestionado 29.423 becas en colaboración con 1.331 entidades colaboradoras. Esta experiencia acumulada ha permitido consolidar un modelo pionero que profesionaliza la figura del tutor, lo acompaña en su desarrollo y lo sitúa en el centro de una experiencia educativa compartida.

Una metodología que transforma

Un tutor bien formado es clave para que las prácticas no se limiten a tareas rutinarias, sino que se conviertan en una verdadera experiencia de aprendizaje. Estudios realizados en el contexto europeo han identificado las competencias que definen a un “tutor bien formado”: capacidad para diseñar experiencias de aprendizaje adaptadas, conectar la teoría académica con la práctica profesional, evaluar con enfoque constructivo, atender a la diversidad de estilos de aprendizaje, fomentar la reflexión crítica y alinear los objetivos formativos del alumno con los de la empresa. Este enfoque garantiza prácticas más significativas, alineadas con las demandas del mercado y con mayor valor tanto para los estudiantes como para las organizaciones.

El equipo multidisciplinar de la Fundación Universidad-Empresa ha desarrollado a lo largo de estos años una metodología integral de tutorización que convierte las prácticas en una experiencia de aprendizaje real, estructurada y con impacto. Desde antes de que el alumno llegue a la empresa –con sesiones de mentoring para tutores y dinámicas de onboarding– hasta la salida –con entrevistas de feedback, test de competencias y orientación profesional–, el proceso está diseñado para acompañar a estudiantes y tutores en cada fase. El modelo combina formación en soft skills, seguimiento sistemático, mediación con la empresa y el diseño personalizado de planes formativos, apoyado por herramientas digitales como Talentoteca, que permiten detectar necesidades y hacer intervenciones ajustadas en tiempo real.

Para reforzar esta labor, la FUE ha creado recientemente la microcredencial “Tutoría Empresarial: Conocimiento, herramientas y estrategias para el acompañamiento de estudiantes” una formación flexible de 75 horas (acreditada con 3 ECTS), que capacita a profesionales en la orientación del alumnado en prácticas. Dividido en cinco bloques teórico-prácticos, el curso cubre desde el marco legal hasta herramientas de evaluación, comunicación y gestión del entorno como espacio de aprendizaje. Con un enfoque práctico, desarrollado “por tutores, para tutores”, permite a cada participante desarrollar su estilo pedagógico a partir de recursos adaptados, actividades reales y reflexión compartida.

Tutorización de calidad: valor para el tutor, reconocimiento del alumno

El 70 % de los tutores afirma que la experiencia de tutorización mejora sus competencias en liderazgo, comunicación o gestión de personas, y un 55 % reconoce que esta labor les obliga a mantenerse actualizados e incorporar nuevas herramientas y enfoques en su día a día.

Por otro lado, el reconocimiento del alumnado es igual de significativo. Desde 2018, más de 19.500 estudiantes han sido encuestados por la FUE al finalizar sus prácticas y un 95 % considera que su tutor “ha cumplido adecuadamente sus funciones, apoyándoles para alcanzar los objetivos del programa”. Disponibilidad, claridad de expectativas, ayuda para integrarse en el equipo y calidad del feedback son los aspectos más valorados. Pese a que muchos tutores reconocen que uno de sus retos es disponer de más tiempo para acompañar al estudiante, la calificación media que reciben es de 9 sobre 10.

Para la Fundación Universidad-Empresa, el mensaje es claro: formar a tutores no es un extra, es la base para que las prácticas funcionen, el talento crezca y las empresas se conviertan en verdaderas escuelas de aprendizaje.


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